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02 noviembre, 2015

Era el momento de volver a escribir...
Con una luz tenue y el sólo sonido de las agujas del reloj y mis dedos tecleando... La tele está encendida y en ella se proyectan imágenes insonoras, no quiero escucharlas, sólo imaginarme yo los diálogos... En la calle hace un poco de viento, las farolas ya están encendidas, el frío empieza a entrar... llega el invierno.
Mi móvil tiene una luz blanca parpadeante, queriéndome avisar de que me están mandando mensajes, pero no quiero contestar ninguno, no quiero hablar, sólo quiero escribir.
Escribir a cerca del dolor que siento, la soledad que me invade, el nuevo proyecto de mi vida sin ti... Siempre escribo cuando algo me contamina para bien o para mal, pero tú eres eso que dicen que en todo lo malo siempre hay algo bueno. Esa persona que pese a no aportarme alegrías, sonríes y me enamoro. Eres tú, debilidad y fuerza, dolor y felicidad, distancia y presencia... Mi ying yang, mi superhéroe villano, y yo la enamorada que lucha por enamorarte para que dejes de ser ''malo'', puesto que dicen que el amor todo lo puede.
No quiero hablar de mí, porque ya sé que no soy perfecta y que tengo muchas cosas que cambiar, pero esta entrada te la quiero dedicar a ti, a la persona que, sin querer, he ido enganchándome y ha ido dándome pequeñas dosis de veneno en cada beso. Ahora no puedo dejarte aunque no me convengas, ahora no puedo apartarme aunque quiera, porque eres esa pequeña grieta que todo el mundo tiene, y de la que es difícil pasar página.

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