Querido hijo, esta carta va para ti.
Desde pequeña siempre tenía la ilusión de tener un bebé, uno pequeñito y poder manejarlo como a un nenuco. Quería que fueras un niño, pero las niñas también eran bien aceptadas, y te llamarías como hoy te llamas, Pablo, mi Pablito. Te criaría yo sola, fuera de este lugar, te daría una vida mejor y te contaría mil cuentos por la mañana y otros mil por la noche. Me desviviría por ti.
Pero lo que nunca pensé es que esa sensación de tener a alguien dentro puede despertarte tantos sentimientos, hacerte sentir tan enormemente orgullosa. Es tan bonito tener un corazón latiendo dentro de ti que nunca podrás imaginarte lo que puedes llegar a querer a alguien que no has visto en tu vida, tan solo ese sentimiento maternal, esa conexión de madre e hijo que nadie más entiende.
Ahora aún eres pequeño para entender estas cosas, pero quiero decirte, y que eso nunca se te olvide, que te amo más que a nadie, y le voy a pedir a Dios todas las noches por ti, para que seas una persona sana y llena de vitalidad y que nunca te hagan daño.
Quiero que sepas que, habrá algún día en tu vida en el que yo no voy a estar, porque nada es eterno en esta vida, pero disfrutaremos cada momento juntos como si fuera el último de nuestras vidas, para el día en que yo me vaya tú no sientas que no me has dado todo lo que me tenías que dar, con tu sola presencia me basta y me bastará para el resto de mi vida.
Te quiero pedir perdón por esas cachetadas que te daré de vez en cuando, espero que no me las tengas muy en cuenta, porque si lo hago es por tu bien, y ahora que te tengo a ti entiendo las que mi mamá me daba. Son más que nada por miedo de que te pase algo, te quiero enseñar los valores de esta dura vida y que los tomes a tu antojo pero siempre con los consejos de una madre, que son los más sabios.
Y hablando de consejos, te diré que esta vida no es de color rosa y que te pasarán miles de historias y sufrirás miles de veces. Que hay muchas personas materiales, pero hijo, la humildad es lo primero. Cree en Dios y ten fé, nunca olvides su palabra, y piensa siempre en tu madre que te cuidará y protegerá, yo espero que me cuentes todos tus desamores, todos tus problemas, porque seré tu amiga, tu confidente, y tu pañuelo de lágrimas. Y te aconsejaré que nadie ni nada te borren nunca esa bonita sonrisa que se irá formando cada año más grande entre tus labios, porque esa, es la que te va a caracterizar.
Ahora te tengo aquí, entre mis brazos, eres un coco de menos de medio metro, y sonrío pensando en qué será del mañana, porque va a ser bueno, de eso no quepa duda. Tienes unos bonitos ojos marrones, enormes, eres el más precioso encima de la tierra, y no lo digo porque sea tu madre, (bueno, a parte de eso) lo digo porque eres el niño más guapo que he visto en mi vida, y si ahora eres así cuando crezcas vas a ser precioso.
Pablo, ten muchísimo cuidado y anda siempre con mucho ojo y buen pie.
Atentamente: TU MADRE.