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14 enero, 2014

Y entonces, pensé... ¿Por qué? ¿Por qué iba a darle a la gente el gusto de cambiar a como ellos querían verme? ¿Por qué iba a dejar que hicieran de mi un estereotipo tan igual a todos? Si yo era diferente, si yo tenía ese algo que me hacía ser especial, ¿por qué iba a tener que cambiarlo por el simple hecho de que para ellos ''no encajaba''?.
Prefería quedarme con mis manías y mis rarezas, e incluso con mi carácter aunque a veces no fuera el adecuado. Prefería eso, a ser como las demás... No me importaba lo que pensaran, ni me importa ahora. Para qué iba a ser como todos, pudiendo ser yo misma y sentirme realizada con ello.. ¿Cambiar mi forma de vestir, de hablar, guardar los modales? ¿PARA GUSTARLE A ELLOS? y volví a pensar.. Y a mi, ¿me gustaba a mí?. Por su puesto que no.
Yo tenía mi estilo, (si es que se le puede llamar así), y tenia mi forma de hablar y mis verbos mal conjugados como una cateta. Sabía cuando tenía que guardar modales y cuando podía ser una loca sin escrúpulos, y afortunadamente, estuve a tiempo de darme cuenta que lo mejor para sentirte genial, guapa, e increíblemente fuerte, era ser tú misma en todos los aspectos de la vida, y afrontar los obstáculos como solo tú sabes.


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