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05 febrero, 2013

Me gusta.


Me gusta cerrar los ojos y sentir el tacto de mis dedos hacia cualquier cosa. El tacto del plástico, de los folios, del polvo que queda en las rendijas de mi ventana, el tacto de las mesas de madera, o de los zapatos de charol, el tacto de mi pelo enredado entre mis dedos, el de una tiza de pizarra, incluso el tacto de una manta.
Me gusta volver a cerrar los ojos y sentir los olores. El olor de los perfumes, el olor de la calle, el olor a comida, a quemado, a mojado, a playa y a monte, incluso el olor a goma, o a nuevo, a ambientador de coche, o de casa. El olor a sudor dentro de un gimnasio, que realmene no me suele parecer desagradable. El olor a ciudad, ¿nunca habéis olido la ciudad?.
Me gusta cerrar los ojos por tercera vez y escuchar. Escuchar el tráfico de los coches, como suenan lejos y cerca conforme se aproximan a mí, los niños jugando, las canciones, las pisadas de los tacones, escuchar cuando el viento sopla con fuerza o cuando las gotas de lluvia caen al suelo, amo el sonido de cuando se pone una caracola en tu oído... Incluso el sonido de una cisterna, o el llanto de un bebé, o el del silencio.

Y solo quería haceros entender y recalcar, que las mejores sensaciones se viven con los ojos cerrados, esperando a cada segundo descubrir cosas nuevas, sin saber qué son o de dónde vienen, centrarnos en el exterior para sentirlo dentro. Cierra los ojos, y no intentes evadirte del mundo, intenta unirte a él, ya que nunca tenemos tiempo para distraernos 10 segundos y apreciar lo que realmente vale.

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