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15 abril, 2014

Comienzo de un martes acordándome de ti.

Y así empieza mi carta de amor.
No es un poema, no quiero que rime, solo quiero que sientas que va dedicada a ti.
Cada mañana escucho el ruido de los coches cerca de mi puerta, y a mi cabeza, el primer pensamiento que llega, no eres más que tú, con tu coche negro y al lado la pureza de aquella mirada, que aún me llena.
Podrían pasar miles de corazones nuevos, miles de sonrisas y miles de miradas, que no son más que tus ojos marrones miel y esos labios con un lunar los que me dicen que aquí estás, que eres para mí aunque ya te has ido, aunque no pueda recuperarte de nuevo...
Quiero que sepas que cuanto más lejos estás, más siento el frío, y si te pasa algo yo me muero.
Todo el daño que me has hecho, no lo guardo en ningún sitio, porque son más los buenos momentos que todo lo que ha podido pasar después, sé que tuve la culpa, e incluso aún sin tenerla, quiero que sepas que me arrepiento de no haber podido guardarte en el mejor de los recuerdos, porque lo que quiero junto a ti no es soñarte cada noche, es tenerte abrazado cada vez que te sueño.
Y no sé, si esta carta te llegará al alma, tanto como me has llegado tú, si conseguirá ponerte la piel de gallina, como cuando me rozas tú a mí, no sé si seré capaz de hacerte ver lo mucho que aún te pienso, pero quiero que sepas que en todo este tiempo, nadie ha conseguido darme un amor tan puro y veradero. Y no porque tú lo sintieras, sino porque es lo que yo siento.
Apareciste de la noche al día, y sin quererlo, me hice tuya. Y todavía, recuerdo aquella noche de febrero donde pude jurarte amor eterno y callé por mi cobardía.
No vengo a contar nuestra historia, llena de guerras, de derrotas, de frías sábanas vácias... Vengo a decirte, que pese a todo lo que pase, más si te acuerdas de mí algún día, aquí estaré, sin mediar palabra, para dedicarte una sonrisa, siempre que quieras seré tuya, más siempre que quieras serás el alma mía.

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